“No es verdad que los antecesores de Trump durante siete décadas hubieran sido ignorantes: el principal beneficiario del libre comercio ha sido Estados Unidos, porque le ha permitido dedicar sus recursos a las industrias de punta”.
Por Hernando Gómez Buendía (Director de la revista Razón Pública”) Tomado de la citada publicación / Abril 2025
El presidente Trump cree haber encontrado la bala mágica para “recuperar la grandeza americana”: aumentar los impuestos a las importaciones. Pero esta bala tiene el problema de que el gran perdedor será Estados Unidos.
Por supuesto que existe una vieja controversia sobre los costos y beneficios del proteccionismo, pero el principio básico es muy claro: cada país debe dedicar sus recursos, siempre limitados, a lo que hace mejor, y comprarles a otros los demás productos. Sólo de esta manera se obtiene el máximo bienestar para la población en su conjunto.
Por eso no es verdad que los antecesores de Trump durante siete décadas hubieran sido bobos o ignorantes: el principal beneficiario del libre comercio ha sido Estados Unidos, porque le ha permitido dedicar sus recursos a las industrias de punta y porque su población adquiere todos los bienes al precio más barato posible. Con un detalle adicional: que este país se da el lujo de pagar a sus proveedores con su propia moneda (¿se imagina la dicha de que nosotros pagáramos en pesos los bienes que importamos?).
El grave error de Trump es no pensar en el pueblo americano como un todo, sino en los trabajadores que fueron desplazados por productores más baratos en el extranjero. De aquí su tonta idea de que Estados Unidos ha sido la gran víctima de la globalización, y su torpe decisión de aumentar los aranceles: si le va bien creará empleos en la industria, pero el nivel de vida general disminuirá y se hará más difícil el avance tecnológico.
La torpeza de Trump se agigantó con el diseño desastroso del paquete de medidas. El arancel es un instrumento de alta precisión, que puede usarse para proteger determinada industria o eslabón de la cadena de valor, para aumentar el recaudo fiscal, o como carta de negociación frente a terceros: son tres cosas distintas, que requieren distintas especificaciones y deben ir acompañadas de distintas políticas.
Pues Trump mezcló los tres tipos de aranceles dentro de un salpicón lleno de efectos imprevistos para cada país y cada rubro de comercio (por ejemplo, lo cafeteros colombianos beneficiados “de rebote” frente a los vietnamitas). Una patada al tablero cuyo balance final no dependerá de Trump, sino además de las respuestas de cada uno de los afectados. Beneficios dudosos y tardíos para su propia base electoral, costos evidentes e inmediatos para esa misma base electoral y para el pueblo americano en su conjunto. Es lo que suelen producir la ignorancia y la ceguera de las ideologías.