Por Fernando Castaño Cuartas y Roberto Ramírez Moreno
De la Corporación Centro Académico de Historia San José de la Marinilla
La fabricación de guitarras, tiples y liras de manera artesanal ha identificado a Marinilla en el concierto Nacional como cuna de luthieres y ha impulsado la cultura musical de este pueblo hasta tal punto que ha sido llamada “Ciudad con alma musical”.

Esta tradición de luthieres se lo debemos a la familia Arbeláez que, si bien provenían de San Vicente Ferrer, eran representantes de una familia con ancestros marinillos, ya que don Vicente Arbeláez Vallejo tatarabuelo de Isaac Arbeláez, era vecino de esta localidad, quien se casó el 17 de junio de 1787 en Marinilla con María Ignacia González Gómez, hija de Javier González y Basilia Gómez Jiménez.
La historia de los luthieres en Marinilla empieza en 1860 cuando llega a san Vicente Ferrer un ebanista español de Apellido Flores. Este había sido contratado por el Señor cura párroco de San Vicente Ferrer para tallar el altar mayor del templo que estaba en construcción. Don Isaac Arbeláez, siendo un niño de tan solo 8 años, se hizo amigo del tallador quien lo acogió como ayudante. Estando en esto, se percató que el ebanista en sus ratos libres se dedicaba a fabricar guitarras y a tocarlas. Por lo que le pidió que le enseñara este arte, tanto de su fabricación como para interpretarlas. Isaac, prodigó de una gran inteligencia, aprendió ambos oficios el de guitarrista y el de luthier.
Isaac Arbeláez se vino de su patria chica, San Vicente, y a la edad de 25 años se casó el 14 de octubre de 1877, con su prima de Marinilla, María del Rosario Gómez Arbeláez, hija de Jesús Gómez y Francisca Arbeláez. De este Matrimonio tuvo 10 hijos: Lázaro Arbeláez Gómez, Eduardo Arbeláez Gómez, Roberto Arbeláez Gómez, Emilio Arbeláez Gómez, Gerardo Arbeláez Gómez, María del Rosario Arbeláez Gómez, María Benilda Arbeláez Gómez, María del Carmen Arbeláez Gómez, Eleazar Arbeláez Gómez, Francisco Eladio Arbeláez Gómez
Isaac trajo de San Vicente Ferrer a Marinilla su fábrica de instrumentos de cuerdas especialmente Guitarras. La fabricación de guitarras de manera artesanal es un proceso delicado que requiere de muchas experticias de parte del fabricante ya que de su habilidad depende la calidad sonora del instrumento. Empieza con la fabricación del aro que implica colocar a la pieza de madera en una formaleta que le da la forma a la caja de resonancia con la cintura. Cuando se tiene esta parte bien formada se retira de la formaleta y se le coloca la tapa de fondo. El siguiente paso es colocarle el mástil el cual en un extremo tiene la pala lugar donde posteriormente se colocarán las clavijas y el soque con el que se fija a la caja. Al mástil se le colocan los trastes. Después se coloca la tapa anterior con la boca y el puente donde se fijarán las cuerdas. La pintura es algo importante. Anteriormente se hacía con una brocha, pero hoy se hace con una pistola. Esto le da un mejor acabado y una mejor presentación al instrumento; pero le tapa los poros de la madera lo que le resta sonoridad al instrumento al ser ejecutado. Cuando la pintura se seca, es tiempo de colocar las clavijas y después de ello las cuerdas, dando por terminado el proceso. En su fábrica no solo hacían guitarras, sino también: tiples y liras.
De los hijos de Don Isaac: Lázaro, Eduardo, Roberto, Emilio, Gerardo y Eladio heredaron el oficio de luthier de su padre. Ellos además de fabricar las guitarras las ejecutaban.
En 1946 Luis Arbeláez Saldarriaga, nieto de don Isaac e hijo de Lázaro Arbeláez y Carlota Saldarriaga, con tan solo 13 años empieza a fabricar sus propias guitarras y más tarde formaría su propio taller, fábrica de guitarras Ensueño, la cual sería la fuente de sus futuros ingresos familiares. Eran muchas las personas y artistas las que venían a comprar, instrumentos a la fábrica. Podemos mencionar: Jesús Zapata un lirista bastante bueno de Medellín quien compró muchas liras, un comerciante que venía de Popayán con alguna frecuencia. Se le vendieron guitarras al Dueto de Antaño, al Dueto Garzón y Collazos, a Obdulio y Julián, a Ríos y Macias, a Alfonso Vieco (familiar del maestro Carlos Vieco Ortiz), a Emilio Vargas (de El Santuario padre del humorista Vargas Vil). Además, vendimos instrumentos musicales a escuelas y universidades. El taller donde fabricábamos los instrumentos de cuerda se convertía en un tertuliadero musical cuando venían artistas a probar y comprar algún instrumento musical. Lástima que no teníamos oportunidad de gravar estas sesiones, pues llegaba músicos de muy buena calidad.
En Palabras de Luis: “Mi papá tocaba muy bien el tiple, la guitarra y la lira. En los últimos 40 o 50 años de su vida, los dedicó a la fabricación de guitarras y les quedaba bien hechas, lógico que, al tocar el tiple o la lira, tal vez su digitación no era muy buena, pero los pasillitos, los bambuquitos que de pronto tocaba le sonaban bien, yo era capaz de acompañárselos. Mi padre leía nota.
Siendo mi padre muy joven, aún sin casarse, en los años 1913 estuvo en Aguadas (Caldas), porque allí eran conocidos los instrumentos musicales de Marinilla y quiso fabricar guitarras allí. Don lázaro estudió con los hermanos Hernández: Francisco, Gonzalo y Héctor. Quienes conformaban en grupo musical en Aguadas; quienes habían aprendido de unos tíos suyos pertenecientes del grupo musical “Los Grillos”. En Marinilla, don Lázaro, continuó sus estudios musicales con Luis Pérez, flautista, y Manuel Arcila, Saxofonista.

Issac Arbeláez, padre de Lázaro, fue por el a Aguadas, quien vino y posteriormente se casó con Carlota en Marinilla en 1915. En 1920, Lázaro con su esposa Carlota se trasladó al sector de la Dalia, lugar donde aún hoy se encuentra la fábrica de guitarras Ensueño.
Aparte de elaborar Instrumentos de cuerda mi padre construyo unos pequeños pianos que sonaban bien. Él tenía algo muy especial y era que él tocaba el piano por nota y no a oído, como también lo hacía con los otros instrumentos de cuerda como la guitarra, el tiple y la lira. Mi padre era músico profesional no aficionado. Él podía demorarse un mes fabricando un pianito, tiempo que gastaba en construir la parte de ebanistería, los aditamentos para colocar las cuerdas y las teclas y después afinar el instrumento de acuerdo con la escala musical y dejarlo listo para su ejecución.
En tiempos en que era muy costoso y difícil adquirir pianos, estos pequeños teclados resultaban como una buena alternativa. Fue así como casi toda mi familia aprendió a tocar en ellos. Un hermano de mi padre, Emilio, comentaba que, en su juventud con el pequeño piano fabricado por mi padre, se defendió muy bien tocándolo en los mejores hoteles del país.
En Colombia se han hecho pianos de muy buena calidad, mi padre empezó a fabricar esos pianitos en el campo cuando no tenía nada que hacer. Y los hacía por goma. Él se puso a investigar sobre el teclado de los pianos y logró organizar la escala musical y fabricar unos pequeños pianos. Estos gustaban, pues, muchos venían a verlos. Tan pronto los observaban y apreciaban su sonoridad, pedían que se los envolvieran para llevárselo. Esa especie de juguete fue tan apreciada que muchos de ellos salieron del país, especialmente para Francia y Estados Unidos.
Además de mi familia muchas personas aprendieron a tocar en esos pequeños pianos, como el maestro Miguel Ángel Ramírez Gómez, quien fuera músico corista de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Marinilla por varios años. También aprendió en uno de estos pianitos Luis Ángel Ramírez Álzate, quien musicalizó el himno de Marinilla y fue fundador y director de la Banda Sinfónica de Armenia, Quindío. Otros que aprendieron música en estos pequeños instrumentos fueron Roberto Pineda Duque del El Santuario, quién le hizo propaganda a los pianitos llevándolo a una exposición en El Santuario en 1935 logrando un reconocimiento. Y Lázaro Ramírez, corista de El Retiro, Antioquia. El maestro Jaime Llano Gonzáles quiso llevarse uno de estos pianitos
A mi me satisface decir y repetir que en mi familia hubo muchos, entre primos, tíos y los que usted quiera que aprendieron a tocar en esos pequeños pianos que hizo mi padre”
Según Sergio García, Luthier, hijo de Gonzalo Neftalí García y nieto de Ernesto García, otro san vicentino que llegó a vivir a Marinilla: “Luis Arbeláez Saldarriaga heredó la fábrica de su padre que más tarde la llamó Ensueño y su hermano Gerardo Arbeláez Saldarriaga, se independizó y montó la fábrica llamada la Sonora. Carlos Arbeláez Saldarriaga, continuaría también por su cuenta, creando instrumentos, guitarras para niños.”
Orlando Tamayo trabajaba con don Lázaro y sus hijos, posteriormente se independiza con su empresa llamada la Sinfónica, pues, es así como se convierte en un verdadero luthier o fabricante de instrumentos de cuerda. Este es el legado de don Lázaro Arbeláez.
Dice don Gerardo Arbeláez, hijo de don lázaro, que en su fábrica de instrumentos de cuerda la Sonora se utiliza el pino y para instrumentos finos se usa el pino importado.
A finales de los años 60 llegaron a Marinilla unos gringos que decían pertenecer a los Cuerpos de Paz, financiados por el programa de la Alianza para el Progreso. Ellos se enteraron de la fábrica de guitarra y pianos y fueron allí a comprar algunos y pedir que les enseñaran a fabricarlos.
Continuando con el legado de los Arbeláez, tenemos a Luis Adolfo Arbeláez hijo de don Luis Arbeláez, nieto a su vez de don lázaro Arbeláez y bisnieto de don Isaac Arbeláez. Desde 1987, Luis Adolfo ha estado con su padre Luis, en un principio aprendiendo de él y logrando ser un verdadero luthier, elaborando productos sonoros de muy buena calidad.
Actualmente Luis Adolfo, aparte de ser un luthier, continúa con la difusión de instrumentos ancestrales. Ha evolucionado utilizando maderas más refinadas para su fabricación, propiciando la diversificación en el surtido de los tres instrumentos tradicionales de la música andina colombiana. Además del surtido de instrumentos de cuerda del almacén taller Ensueño incluye otros insumos musicales como métodos para aprender a tocar instrumentos de cuerda, la línea de teclados, baterías, etc.
Carlos Andrés Arbeláez, tataranieto de don Isaac, es hijo de Luis Adolfo Arbeláez, es otro luthier que creció con su abuelo Luis y su padre Luis Adolfo. Dice Carlos que él venía los fines de semana y que se quedaba pegando palitos y mirando como trabajaban su padre y su abuelo. Actualmente Carlos trabaja con su padre y su abuelo en el almacén taller Ensueño impulsando los instrumentos tradicionales elaborados con madera refinada como palo santo, abeto alemán, palo de rosa, ébano y cedro rojo. En su taller se hacen guitarras, tiples, bandolas, charangos, ukeleles, cuatros y tres cubanos y señala que no hay nada más bueno que vivir haciendo estos instrumentos. Carlos Andrés Arbeláez participó como expositor en Expoartesano 2018, feria a la que fue invitado por la gobernación de Antioquia y Artesanías de Colombia.
Otro restaurador de instrumentos de cuerda o luthier fue don Luis Eduardo Orozco en los 50s 60s quien era un hombre tan talentoso que ejerció simultáneamente tres oficios: Polvorero, músico y carpintero restaurador de instrumentos de cuerda, o sea luthier. Como polvorero fue importante en Marinilla, manejaba muy bien el carbón molido, clorato para la pólvora de chispa, aluminio para la pólvora brillante, además, utilizaba el azufre, el clorato y el antimonio para la pólvora detonante, pues, todo el mundo le conocía como Luis Enrique Orozco el polvorero. Su pólvora, era destinada especialmente, para las fiestas religiosas en Marinilla, o sea para los juegos de pólvora del 15 de agosto y los juegos de pólvora de la virgen del Carmen.
En algún año estando en los juegos de pólvora en homenaje a la virgen del Carmen, perdió el dedo pulgar de la mano izquierda por no dejar que se quemara la estampa de la Virgen, le explotó una recámara y esto no fue impedimento para seguir interpretando la lira.
El otro oficio de Luisito Orozco fue el de carpintero o restaurador de instrumentos de cuerda, luthier. La materia prima para los trabajos de madera la conseguía en la misma fábrica de guitarras de los Arbeláez, en la Dalia, pues, le compraba las guitarras, las liras y los tiples dañados o deshechos, entonces, Luisito Orozco, como por arte de magia los restauraba.
En algunas ocasiones cuando algún comprador de un instrumento de cuerdas no encontraba la guitarra, tiple, lira ideal en la fábrica de los Arbeláez, el mismo don Luis Arbeláez le recomendaba a su cliente que fuera al taller de Luisito Orozco el polvorero y allí encontrará el instrumento musical de muy buena calidad.
El tercer oficio de Luisito Orozco era el de músico pues con su buen oído restauraba e interpretaba instrumentos de cuerda especialmente la lira. Su música era empírica y aprendió a interpretar los instrumentos de cuerda a oído, enseñó a tocar lira y tiple a varias personas como al maestro John Castaño Cuartas. Su humilde taller de carpintero y restaurador de instrumentos de cuerda era convertido en un salón de música donde iban sus amigos a ensayar para las serenatas, vísperas de matrimonios, romerías o lo que hoy llamamos festivales.
Otro legado de los Arbeláez es el requintista y tiplista Pedro León Quintero Cardona. El canto y el Sonido de los pájaros lo motivaron a ir a la música, pues su padrino Lisímaco le reforzó el amor a ella regalándole un tiple para que se entretuviera surrunguiándolo. El primer dueto musical de su infancia lo conformó con su hermano Rafael, ambos de 7 y 6 años e interpretaban aquella canción que decía: “Canta, canta palomita blanca que tu dicha es tanta que hasta mi alma llora”, de José Alfredo Jiménez. Pedro León aprendió a fabricar guitarras con los señores Gerardo, Luis Arbeláez y Oscar Tamayo. Gracias a ellos aprendió a tocar guitarra, tiple y lira, convirtiéndose en un gran requintista y tiplista a oído.
Pedro León quería fabricar un instrumento musical de cuerda y luego interpretarlo. La curiosidad mató al gato. “Yo salía de mi casa y me iba para la fábrica de guitarras de don Gerardo Arbeláez. Me paraba en la ventana a observar, veía que Don Gerardo sacaba codal al diapasón de la guitarra. Esto me llamaba la atención. Se convirtió en algo cotidiano pararme frente a la ventana, hasta que alguna vez Don Gerardo me preguntó cuál era mi nombre, y le respondí que Pedro León Quintero Cardona. Luego don Gerardo me dijo: “Venga y me le da una barridita a la carpintería”. Yo ingresé y le hice el barrido, pero cuando terminaba el último tramo, ya había residuo de madera otra vez. Después de darme la oportunidad de entrar al taller, me puso a pulir las guitarras con papel de lija.
Más tarde, Don Gerardo me envió a la fábrica de Luis Arbeláez, hoy Ensueño. Allí me recibieron Don Luis, Carlos (su hermano) y Orlando Tamayo y como ya tenía un poco de conocimiento musical, fui nombrado afinador a oído de instrumentos musicales de la fábrica de guitarras de Luis Arbeláez por algún tiempo”.
“Orlando Tamayo, quien trabajaba con don Luis se independizó, creando el taller La Sinfónica y me fui allí con él, como ayudante mejorando la calidad de los instrumentos de cuerda.
En 1997 hice una exposición de Instrumentos musicales de cuerda que yo fabriqué como: Guitarras, cítaras, instrumentos de percusión, instrumentos de viento, instrumentos de choque, maracas, flautas de caña, kenas y panderetas, entre otras. Esta exposición se realizó en la Casa de la Cultura José Duque Gómez de Marinilla.
Don Orlando Tamayo y yo hicimos un alto en la construcción de instrumentos de cuerda y nos dedicamos a otra clase de artesanías como elaborar repisas, charoles de madera, entre otros. Meses más tarde retomamos de nuevo la fabricación de instrumentos de cuerda. Como bien había dicho, yo aprendí totalmente de manera artesanal la fabricación de instrumentos de cuerda empleando cedro, cedrillo pino, entre otras.
Al yo darme cuenta que en la ejecución de estos instrumentos (guitarra, tiple, lira) me desempeñaba mucho mejor, decidí hacer un alto en la fabricación de instrumentos de cuerda y me he dedicado solamente al estudio e interpretación musical de estos instrumentos”.
Pedro León como buen amante de la música, la promovió entre los niños, creando coros escuelas y colegios de Marinilla, con énfasis por el amor a la música colombiana. Entre los coros que creó estaban: Estrellitas de Oriente de la casa de la cultura, Cariñositas musicales de la Anexa de la Normal Rafael maría Giraldo, coro de la Escuela Jorge Ramón de Posada y muchos otros.
Pedro León creó grupos musicales de talla municipal, departamental y nacional. Entre ellos: estaban El trío Quintero, que participó con Vargas Vil, actuó en el programa Serenata de Teleantioquia, participó en festivales como Antioquia le Canta a Colombia, difundiendo nuestra música y grabaron con los Marinillos como intérpretes y marco musical.
El trío Soledad cuyo objetivo era promover la música en todos los medios sociales.
El Trío Romances que ha estado en vigencia por más de 25 años interpretando música variada.
Es de advertir que pedro León a través de estos grupos musicales y coros interpretaba el requinto y el tiple, convirtiéndose en uno de los mejores, requintista y tiplista, de Marinilla y la región.
Sergio García Muñoz es un luthier de la generación moderna, ha tocado la guitarra desde muy joven y su inquietud por fabricar guitarras comenzó hace más bien poco tiempo. Sergio es historiador y con esto ha podido investigar los diferentes constructores desde Antonio de Torres que le dio la forma actual a la guitarra, a Herman Hauser, a Robert Souchet, a Daniel Friederich y a John Bogdanovich, entre otros. Dice Sergio que al interpretar la guitarra clásica lo motivó a fabricarla. Su viaje a España, donde visitó algunos talleres de luthiers, le dio ciertos conceptos para fabricar sus guitarras.
Según Sergio el hecho de interpretar la guitarra clásica lo motivó a fabricarla. La técnica que emplea para la fabricación de guitarras es la tradicional española, además de algunas implementaciones más modernas o innovaciones que han sugerido algunos constructores de renombre. Él, en la construcción o elaboración de los instrumentos, utilizó solamente maderas macizas como ébano, cedro, palo santo de la india, abeto alemán y abetos canadienses, también trabajó con maderas de la región. Generalmente fabrica guitarras por encargo y siempre piensa en la persona que la manda a hacer, o sea, cada guitarra va dirigida a un cliente especial, cada detalle de ésta es elegido por el cliente y en consecuencia cada guitarra es fabricada completamente a mano.
Las guitarras de Sergio García son de renombre nacional e internacional, pues, le ha construido guitarras al cantautor colombiano Pala, lo mismo que a Andrés Correa; al cantante uruguayo Jorge Drexler le hizo una guitarra renacentista, a Daniel Uribe uno de los mejores arreglistas de temas interpretados en guitarra y al cantautor colombiano Alejo García.
Sergio nunca acaba de recibir conocimientos de otros para perfeccionar sus guitarras como de Luis Adolfo Arbeláez, de Pedro Hernández de El Santuario, de León Vásquez de Medellín o de la misma internet.
Un legado de Sergio García Muñoz es su alumno Deiber Jaramillo Soto quien ha estado formándose como luthier. La formación musical de Deiber, desde tocar un instrumento de viento en la banda Incoomar, tocar guitarra y cantar ha sido un gran aporte como garantía para construir guitarras de muy buena calidad, actividad que se viene desarrollando desde el año 2017.
Según Deiber Jaramillo: “Mi maestro Sergio García es un hombre admirable, lleno de paciencia y sencillez, que ha dedicado parte de su tiempo en compartir sus experiencias conmigo. Sus consejos, sus libros y sus palabras de ánimo me han ayudado a no desistir en este bello oficio de luthier. Gracias a él, ya he fabricado algunos instrumentos de cuerda empleando abeto alemán, cedro canadiense, palo santo de la india y ciprés”.
Según el maestro John Castaño Cuartas que gracias a la presencia de la fábrica de instrumentos de cuerdas de los Arbeláez en Marinilla desde el siglo XIX, es común la existencia de grupos o conjuntos conformados por la tríada de tiple, bandola o lira y guitarra, que quizás estos grupos de este tipo se encontraban principalmente en las veredas, pues, primero emigraron del campo y luego fueron penetrando en el ámbito urbano.
Como ejemplo de algunos grupos tradicionales musicales de Marinilla tenemos a los Silillos integrado por los hermanos Pedro Nel, Carlos, Eleuterio o Teyo, Sabino y José Zapata Villegas. Manejaban muy bien la guitarra acompañada de sus voces. Desde los años cincuenta, interpretaban música variada en distintas ocasiones como romerías, vísperas de matrimonios, cumpleaños, etc.
La radio y las casas disqueras contribuyeron mucho en la difusión de nuestra música tocada en instrumentos de cuerda de la fábrica de los Arbeláez. La familia campesina, Zapata Villegas o sea los Silillos, no disponía de la vitrola de la época para escuchar música, entonces, tenían que venir del campo al pueblo a ensayar, aprender y escuchar sus canciones en el piano del tradicional Café Colombia del Caratejo. Fueron muchas las monedas que tuvieron que echarle al piano para aprenderse las canciones de la época y así poder atender su demanda en la mayoría de los eventos sociales que se daban en Marinilla y en el casco rural.
Otro grupo tradicional fue el de Los Arbelaices (Los Arbeláez) integrado por Rafaelito Arbeláez -El Cojo- interpretando la lira. Juan de la Cruz y su hijo interpretando la guitarra y el tiple. Sus integrantes eran albañiles quienes después de trabajar fuertemente, se dedicaban a ensayar para atender las demandas en romerías, serenatas, vísperas de matrimonios, cumpleaños, etc.
La fábrica de guitarras de los Arbeláez de La Dalia motivó a mucha gente a aprender a tocar guitarra, tiple o lira. No faltaba en una casa uno de estos instrumentos o los tres colgados en alguna parte esperando ser tocados por alguien de esa casa. Es de recordar que el luthier Lázaro Arbeláez andaba y replicaba la procesión, es decir, él cogía la lira y en compañía de sus hijos Luis y Gerardo con guitarra y tiple en mano, punteaba hábilmente un pasillo o bambuco, convirtiéndose este trío musical como grupo de estudio o de control de calidad para darle el visto bueno a todos los instrumentos que vendía. Posteriormente, después de la muerte de su padre Lázaro, don Luis con su guitarra, Gerardo con el Tiple y otros amigos de guitarra y acordeón conforman un maravilloso grupo musical para participar en serenatas, romerías y fiestas de Marinilla y poblaciones vecinas. Se puede decir que los Arbeláez fabrican el instrumento de cuerdas, lo interpretan y, además, cantan.
La fábrica de guitarras de Marinilla, también, motivó el surgimiento de amantes de la música como el luthier Luisito Orozco gran intérprete de la lira a oído y maestro, Horacio Henao renombrado lirista a oído, campesino y maestro de maestros, el gran intérprete de la guitarra y maestro Chulo Duque a quien llamábamos cariñosamente Chorizo por su figura, Jairo Galeano gran intérprete de la guitarra y cantante, Pedro León Quintero gran intérprete del requinto y maestro, y muchos más que enriquecieron no sólo la música colombiana, sino también, motivaron la interpretación con instrumentos de cuerdas nativos.
La Escuela de música y Bellas Artes Luis Carlos García Gómez de Marinilla rinde homenaje a la guitarra, al tiple y a la lira o bandola a través de la Estudiantina Melodías y Cuerdas y exalta nuestra música a través del Festival de Música Andina Colombiana John Rodrigo Castaño Cuartas y de otros eventos musicales, artísticos y culturales de Marinilla.